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DRAE (1817), quinta edición

La quinta edición del diccionario académico es una obra singular, fruto de un momento histórico también particular. Es en el ínterin del DRAE 1803 y del DRAE 1817 cuando los historiadores sitúan el inicio de una nueva época.

 

Los resultados de la investigación sobre esta edición del DRAE se encuentran ampliamente desarrollados en

CLAVERÍA NADAL, Gloria y Margarita FREIXAS ALÀS (coords.) (2018): El diccionario de la Academia en el siglo XIX: la quinta edición (1817) al microscopio. Madrid: Arco/Libros. 

Cuestiones ortográficas

Natalia Terrón

Las reformas ortográficas que se producen a lo largo de la historia de la Academia se reflejan, desde el punto de vista lexicográfico, en la modificación de la macroestructura de las distintas ediciones del diccionario a través de la ordenación alfabética de los lemas.

 

Los cambios ortográficos introducidos en la octava edición de la Ortografía, de 1815, determinan la modernización del sistema ortográfico del español. El trasvase al diccionario de los principios propuestos en esa ortografía comporta cambios de primer orden en la macroestructura del DRAE 1817. Algunas modificaciones ortográficas se aplican de manera sistemática al diccionario: la sustitución de y por i en agrupaciones vocálicas (afraylar > afrailar, aceyte > aceite, etc.), el reemplazo de x por j y g en la representación del fonema velar fricativo sordo (axedrez > ajedrez, luxuria > lujuria, etc.), el cambio de q seguida de c (aquadrellar > acuadrellar, eloqüente > elocuente, etc.) y la supresión de la h etimológica del étimo latino (reprehender > reprender, etc.). En cambio, en otras reformas se percibe mayor vacilación, como en la escritura de las grafías g y j (algeceria > aljezeriahostaje > hostage, etc.), c y z (gazel > gacel, atenacear > atenazear, etc.) y b y v (arraquibe > arraquive, atavillado > atabillado, etc.). También existe variación en los grupos consonánticos cultos: mientras que en algunos de ellos se sustituye una forma por otra (intransmutable > intrasmutable, mixto > misto, etc.), en otros se incluyen las dos formas, lo que genera variantes gráficas en el diccionario (substanciar-sustanciar, transferir-trasferir, etc.). 

Cambios en las formas complejas

Cristina Buenafuentes y Ana Paz

Uno de los principales cambios de la quinta edición afecta a la ordenación de las formas complejas, ya que en el DRAE 1817 se indican por primera vez unos criterios claros para su lematización («Prólogo», DRAE 1817), basados en la categoría gramatical de los elementos que intervienen en la expresión. La aplicación sistemática de estos criterios trae consigo una exhaustiva revisión de las entradas y multitud de cambios en la ubicación de las formas complejas: bajo mano (s. v. baxo, xa > s. v. mano), deshacer agravios (s. v. deshacer > s. v. agravio), contárselo á su abuela (s. v. contar > s. v. abuela) o ganado en vena (s. v. vena > s. v. ganado, da). Por ello, se puede afirmar que este hecho constituye una de las más importantes reformas del DRAE 1817.

 

También son muy relevantes los cambios que se introdujeron en la quinta edición con el objetivo de añadir o eliminar posibles variantes de la forma compleja respecto de la edición precedente: lo que no acaece en un año, acaece en un rato (DRAE, 1803: s. v. acaecer) > lo que no acaece, sucede ó se hace en un año acaece en un rato (DRAE, 1817: s. v. año); formar artículo de alguna cosa (DRAE, 1803: s. v. formar) > formar ó hacer artículo de alguna cosa (DRAE, 1817: s. v. artículo); hacer entrar á uno por el arillo (DRAE, 1803: s. v. arillo) > hacer, entrar, meter á uno por el arillo (DRAE, 1817: s. v. arillo). 

 

Finalmente, se realizaron ampliaciones en las definiciones de las formas complejas (comer como un sabañon; estar hecho una odrina), pero, sobre todo, simplificaciones, bien porque se eliminan informaciones que se consideraban accesorias o redundantes (sacar a bailar; no ser nada; aporrearse en la jaula; fiesta de los tabernáculos; ujier de vianda; yerba mora), bien porque se prescinde de ejemplos o de contextos de uso (en falso; a nado).

Léxico arcaico

Enrique Jiménez Ríos

El interés de la Real Academia Española por el tratamiento y documentación del léxico arcaico en su Diccionario de la lengua española ha sido constante a lo largo de la historia. Así ha sucedido desde la primera edición del Diccionario de autoridades, de 1726-1739, en que se utilizan distintas marcas para caracterizarlo, y desde el tomo publicado de la segunda edición del mismo diccionario, de 1770, en que se manifiesta el deseo de incorporar más arcaísmos. 

Si esta es la primera muestra de atención por este tipo de léxico, la segunda se produce en la quinta edición, de 1817, con la supresión de dos marcas, r. (voz o frase de raro uso) y p. us. (voz o frase de poco uso), en beneficio de una sola, ant. (voz o frase anticuada). De este modo, en esta edición las voces y acepciones con alguna de esas marcas tomaron la marca ant. o bien dejaron de estar marcadas. 

 

El examen de estos cambios revela que la mayoría de las voces y acepciones marcadas como de «raro uso» tomaron la consideración de «anticuadas» y las de «poco uso» dejaron de estar marcadas. Se unía así el tratamiento dado al léxico anticuado a los cambios introducidos en esta edición, que hicieron de ella una obra renovada, distinta de sus predecesoras, más apegadas al primer diccionario académico.

Léxico con marcación estilística

Dolores Azorín

Entre los logros reseñables de esta 5.ª edición, se encuentran las directrices aprobadas para la descripción de lo que hoy conocemos como variedades diastráticas y diafásicas. Así pues, frente a la diversidad de fórmulas que se venía empleando para dar cuenta de las restricciones de uso relacionadas con el estatus sociocultural de los hablantes o con la situación en la que se llevaba a cabo la comunicación, se advierte que «las notas de bajo, vulgar, festivo y jocoso se han reducido á la de familiar, que las comprende todas» («Prólogo», DRAE 1817).

Este ajuste supuso una reestructuración de gran calado metodológico que trajo consigo la reconversión de numerosas marcas que figuraban en el edición anterior (1803) y que, como consecuencia de la unificación de las notas bajovulgarfestivojocoso, pasarán a formar parte del léxico familiar o a perder la que tenían al considerarse ya integradas en la lengua general. Además, se ha podido constatar que un alto porcentaje de las voces nuevas «familiares» de 1817 –en torno al 65 %– pasaron al caudal del Diccionario y, con leves modificaciones, se han mantenido hasta hoy (por ejemplo, acabóse; achisparse; afilosofado; arrabalero; bienestar; inocentada; gimotear: parlanchín, na; pelele; porvenir; petar; secretear; etc.).

 

Es importante poner de relieve la estabilidad del sistema de marcas de estilo, que, tras las reformas introducidas en la 5.ª edición del DRAE, se mantendrá inalterable hasta la de 1884, en la que tiene lugar una segunda reestructuración del sistema de marcas. 

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